domingo, 25 de marzo de 2012

Villafáfila 24/03/2012

     Al igual que otros fines de semana, ayer sábado aproveché la mañana para madrugar y dar una vuelta rápida por la Reserva de las Lagunas de Villafáfila.

     Debido a la sequía, la cantidad de agua que tienen las lagunas es cada vez más escasa y, aunque algunas como la Salina Grande todavía tienen una buena superficie encharcada, la profundidad del agua es muy baja. Para terminar de producir una sensación totalmente desoladora, muchas cunetas, arroyos, linderas y terrenos baldíos han sido quemados (y siguen siéndolo) con la intención de controlar las poblaciones de topillo campesino. Esta actividad que, a mi juicio, es totalmente inútil, solo está consiguiendo mermar la biodiversidad de Tierra de Campos y, seguramente, conseguir un efecto contrario al deseado.

     Pero bueno, ya empiezo con las aves, que son lo más interesante de la visita. Primera parada en la laguna de San Pedro, en Villarrín. Objetivo: dejarse los ojos revisando las orillas en busca del correlimos de Temminck que estaba allí solo un día antes. Nada de nada. Azulones, cucharas, cercetas, una avoceta solitaria y, de limícolas, un archibebe común, mis primeros chorlitejos chicos (Charadrius dubius) del año y diez agujas colinegras que se dejaron caer por allí en el último momento.

     Segunda parada en el observatorio de Otero de Sariegos, para inspeccionar la Salina Grande. Desde un palomar, dos mochuelos me observaban a mi, confiados.

Mochuelos (Athene noctua)
     La Salina Grande, de pena. Poca superficie encharcada, poca profundidad y ¡sólo cuatro azulones! en todo lo que abarcaba el telescopio. Por el contrario, muchas especies estivales como golondrina, abubilla, milano negro, etc. Y las que crían, a lo suyo: cigüeñas en nido, avefrías defendiendo territorios...

     Rodeando la Salina Grande, un archibebe común se dejó fotografiar, en uno de los escasos charcos. Un grupo de chorlitos dorados se alimentaba en los resecos campos, acompañados todavía de alondras, trigueros, collalbas grises y algunos bisbitas comunes y ribereños.
    

Archibebe común (Tringa totanus)
     Entre las rapaces, milano negro, milano real, cernícalo vulgar, ratonero, aguilucho pálido y un esmerejón en la laguna de Paneras.

Milano negro (Milvus migrans)


     Después, una visita rápida a la laguna de la Fuente, donde bajaban a beber gorriones chillones (Petronia petronia), pardillos, lavanderas blancas, etc. En la alameda cercana, las cigüeñas blancas, ajetreadas ya con las labores de cría.
Alameda con nidos de cigüeña blanca

     Emprendí el camino de vuelta hacia el pueblo de Villafáfila, tras parar a echar un ojo a la laguna de Paneras, donde  solo había un grupo de unas treinta cercetas comunes, tres archibebes comunes y una cigüeña blanca, me detuve a observar un pequeño grupo de gansos que se alimentaban cerca dela carretera. Sabía que podía haber un ánsar campestre entre ellos, por la información recibida de compañeros del foro de NaturZamora y, efectivamente, ahí estaba. Es la segunda vez que consigo ver esta especie en la Reserva este año.
Ánsar campestre (Anser fabalis) y ánsares comunes (Anser anser)

     Para terminar la visita, fui hasta la balsa de decantación, donde me encontré con dos "jóvenes promesas" de la ornitología zamorana y salmantina, Cristian Osorio (la biosfera que nos rodea) y Miguel Rodríguez (el ornitoblog). Con ellos pude disfrutar de un precioso zampullín cuellinegro, con plumaje nupcial, que lleva ya unos días por la zona.

     Poco más pudimos ver por allí, debido a la posición del sol, que fochas y algún zampullín común. Sin embargo, cerca de la balsa, dentro de un grupo de varias cigüeñas blancas, pudimos ver un ejemplar anillado, al que no pude fotografiar por la distancia a la que se encontraba, pero cuya anilla sí pude leer con el telescopio. Era una anilla blanca, con letras negras FACM, distinta de la observada por Alfonso Rodrigo (el pernil) el día anterior. En cuanto tenga el historial, pondré aquí la información.
Zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis)

         Pues eso, que Villafáfila se seca y se vuelve negra, pero siempre nos da alguna alegría. Sobre todo la de ver a chavales como Cristian y Miguel, que son savia nueva para la ornitología de esta provincia y que, desde su parcelita en la web, nos van mostrando lo que descubren y colaboran en el conocimiento y la defensa de nuestra diversidad.